La instalación de sistemas de integridad requiere que sean consideradas las diversas dimensiones que hacen al funcionamiento de una organización, tales como:
La Dimensión normativa : Consistente en contar con un respaldo normativo, expresado a través de una resolución u otro documento que formalice el compromiso institucional en la implementación de medidas anticorrupción.
La Dimensión Financiera : La implementación efectiva de un sistema de integridad, requiere de la asignación de los recursos necesarios que lo viabilicen. La institución debe desarrollar la capacidad para proveer de tales recursos.
La Dimensión Cultural : La instalación y desarrollo de un sistema de integridad requiere que las personas de la organización hayan desarrollado una “conciencia básica” sobre el impacto de la corrupción y la importancia de la integridad como elemento esencial de la gestión generando una nueva cultura institucional donde la integridad sea considerada para las grandes y pequeñas tareas, es decir, que se haya convertido en una pauta de conducta habitual.
La Dimensión Tecnológica : La tecnología resulta un aliado importante para facilitar los procesos de gestión y de control de manera a garantizar la transparencia y la participación de los diversos actores involucrados.
Infraestructura : Los espacios de trabajo deben adecuarse para favorecer la transparencia en el trabajo. Un ejemplo de esto es eliminación progresiva de los espacios “aislados o reservados” a favor de diseños que permitan la visualización de las acciones tales como el uso de mamparas traslucidas o cubículos con separaciones de baja altura.
El análisis de las dimensiones antes citadas posibilitará conocer las posibilidades reales de la institución a los efectos de implementar Medidas de fortalecimiento institucional y legal, que son acciones de carácter interno destinadas a fortalecer el funcionamiento general de la institución. Esto nace de la premisa de que una parte importante del proceso de gestión de la transparencia y la integridad institucional, pasan por el ordenamiento administrativo y legal, cuyo aporte fundamental consiste en reducir los riesgos de corrupción. Estas medidas comprenden acciones de diversos tipos tales como:
El mejoramiento general de la calidad de la gestión institucional;
La identificación de áreas y procesos vulnerables a la corrupción;
El mejoramiento de la calidad de los procesos de contrataciones públicas;
La instalación de carreras administrativas en el sector público;
El mejoramiento de la calidad de los procesos de selección de funcionarios;
El mejoramiento de la calidad de las retribuciones a Funcionarios /as de las áreas sensibles;
La implementación de Códigos de ética y reglamentos de conducta;
La capacitación regular y sistemática en valores al interior de la institución;
El mejoramiento de los procesos y procedimientos de trabajo;
La desburocratización de los procesos, en especial de los más críticos.
Los elementos básicos a considerar a la hora de instalar un sistema de integridad son:
- El compromiso de la máxima autoridad con el proyecto, manifestado públicamente para la implementación efectiva de las medidas.
- El desarrollo de mediciones objetivas respecto a la situación de la institución en materia de integridad y a la condición real de vulnerabilidad a la corrupción o riesgos a ser prevenidos.
- La identificación de las áreas y cargos más vulnerables a la corrupción.
- El establecimiento de una política de integridad que comprenda la formulación de objetivos de integridad, congruentes con las disposiciones nacionales e internacionales, que guíen las acciones orientadas a la instalación y desarrollo del Sistema de Integridad Institucional. Esto debe contar con el respaldo normativo correspondiente para garantizar la sostenibilidad jurídica del proceso.
- La sensibilización de los funcionarios de todas las áreas de la institución respecto a la importancia del rol que desempeñan como “servidores públicos”, el impacto de la corrupción y las características de una gestión pública integra y ética. La eficiente atención de este aspecto posibilitará la progresiva instalación de una “cultura de la integridad” que deberá reflejarse en los actos administrativos y políticos de la institución.
- La asignación de los recursos financieros, humanos, tecnológicos y de infraestructura, necesarios para la implementación efectiva del sistema de integridad. Esta asignación debe establecerse en el momento de la elaboración del presupuesto institucional y debe contar con el respaldo normativo necesario para garantizar su continuidad.
- La instalación de un sistema efectivo de medición de los avances alcanzados por la organización, que pueda ser empíricamente verificable por instancias terceras e imparciales a la institución, a los efectos de brindar credibilidad a los resultados publicados.
Finalmente, cabe enfatizar que los elementos señalados deben implementarse en coordinación y con la activa participación de los diversos sectores de la sociedad civil. [1]
[1]Organizaciones de la Sociedad Civil , Universidades, Gremios, entre otros.